domingo, 7 de junio de 2009

Siga estos 7 consejos, y será un buen educador!!!

El texto expone problemas fundamentales, los cuales, hay que enfrentar para educar en el nuestros tiempos, según Morin.
Sin excepción, cualquier sociedad en el mundo, debería tener en cuenta los “siete saberes necesarios” para la educación de nuestros días que, al parecer, aún siguen ocultos en las bibliotecas o en el mismísimo Internet de donde, si el profe no los extrae, tampoco los conoceríamos. Que lastima.
El capitulo I trata de lo que son las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión. Y cómo no vamos a estar ciegos si no conocemos lo que es conocer. Hoy, como ayer, la educación se encarga de entregar conocimientos sin hacer saber, primeramente, a lo que esto refiere. Tampoco es reconocido, como debiese, el conocimiento humano, creando en consecuencia, ni pensadores, ni alumnos, sino biodigestores.
Hay que estudiar la naturaleza del conocimiento, cito: “El conocimiento del conocimiento debe aparecer como una necesidad primera que serviría de preparación para afrontar riesgos permanentes de error e ilusión…”. Tener un cuidado especial para evitar la distorsión del conocimiento en su camino hacia nosotros, especialmente su llegada cuando es nuestro deber procesarlo y es cuando estamos más propensos a causar un error de percepción. No por esto, debemos olvidarnos de nuestra afectividad porque, si bien, puede asfixiar en conocimiento, también puede fortalecerlo. Con respecto a esto, el punto de las teorías, doctrinas, ideologías, no es nuevo, pero sigue siendo muy interesante ya que, según, Morin, no solo están propensas al error y la ilusión, sino que se aferran a ellos y protegen los que son parte de ellas, sin olvidar la religión.
Por ultimo esta la incertidumbre y lo inesperado en el conocimiento en los que el principal problema es que no sabemos afrontarlo, cuando lo hagamos llegaremos a un nuevo nivel de conocimiento, cada vez mayor, porque lo nuevo se abre paso a como de lugar.

A veces, el problema no es la distorsión de la información, es la impertinencia de esta. Resumiendo, el capitulo II que, a mi parecer, es también muy interesante; trata de cómo reconocer los conocimientos que son validos en una era donde, esta es la mayor causa de error e ilusión debido al bombardeo de información de millones de fuentes donde el principal culpable seria el “océano de información con un centímetro de profundidad” llamado Internet. A esto se agrega la falta de organización del conocimiento. En orden esta seria: el contexto, obvio, si le digo a un compañero: “sabes que me perdí”, si no contextualizo, él no sabrá si me perdí de lo que decía la profe, si me perdí en el camino a su casa, si me perdí en los ojos de una mujer hermosa, etc. Lo global no dice que debemos ir, primero, del árbol a las ramas y, luego de vuelta. No podemos conocer la naturaleza del árbol sin conocer las ramas pero sin quedarnos pegados en ellas, debemos utilizarlas para el conocimiento global del árbol como totalidad. Lo multidimencional nos recomienda reconocer las múltiples dimensiones del ser humano para ahí insertar las informaciones donde quiera que vayan, dividiéndolas incluso, dentro de las mismas dimensiones, para que este conocimiento sea pertinente. Para complementar lo anterior, está lo complejo, que vendría siendo como lo gomal de lo multidimencional, pero en orden, es decir, cuando las dimensiones estén nutridas deben complementarse para crear un conocimiento general del cual puedan redesprender nuevamente, conocimientos específicos. Y este es el punto donde cabe comparar, a propósito de conocimiento general, a la inteligencia general con la reducción y disyunción del conocimiento, debo aclarar que la inteligencia general es un concepto utilizado por Morin para describir la base de conocimientos que todos deberíamos tener en común, que está en contraste con la manía actual de la “súper especialización” contemporánea en la que está siempre latente el temor de que el especialista se encierre tanto en lo que ha estudiado, que pierda el interés por los otros campos, no menos importantes, y que se produzca un aislamiento, perdiendo la sociabilidad y sea , casi “inútil” para desempeñarse en los otros ámbitos de la vida. En este punto entramos a la parte, a mi parecer, más interesante en la que volvemos al océano de profundidad. Morin nos dice que hay que no hay que tomar en cuenta toda la basura que nos cae, sino que hay que reconocer los “conocimientos pertinentes” y almacenarlos en nuestra memoria que, por nada debe perder el ejercicio de almacenar los conocimientos importantes. Y para finalizar quiero enfocarme en enfrentar las incertidumbres, creo que no hay nada más peligroso para la humanidad que la incertidumbre. Y aunque, claro, “el que no se arriesga no cruza el río”, hay que pensar la forma en que el único efecto secundario de hacerlo, sea salir mojado, lamentablemente, el mundo se ahogó muchas veces durante el siglo XX, y aunque han parecido aprender de sus errores, hoy pagamos las consecuencias. Debemos darnos cuenta que las probabilidades ya no son una ley, pueden más bien ayudarnos en nuestro camino al desarrollo, pero no debemos confiar en que así será siempre. Bastantes pruebas tenemos de que la realidad es casi siempre más rara que la ficción, de que lo más probable no es siempre posible y que lo imposible tiene enormes probabilidades de suceder. Es por esto que tenemos que ser consientes cuales son las decisiones que no nos lleven a un avance contraproducente, estas deben ser bien pensadas y, por sobre todo, hoy más que nunca, al largo plazo, solo así habremos aprendido a “navegar en un mar de incertidumbre, entre un archipiélago de certezas”.

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